¡Gracias!

¿Qué sucede cuando doy las gracias?

Básicamente y en un principio diría que no pasa mucho. Pero si lo hacemos diario, si agradecemos cada día por las cosas buenas o malas que nos pasen; se vuelve un hábito.  Y con el paso de los días; o diría ahora, después de 335 días (no porque antes no agradeciera, sino que este año me lo tomé muy en serio) miras el mundo de una forma completamente diferente. No porque las situaciones de la vida buenas o malas se esfumen, sino porque  comprendes que todo es parte de la existencia del ser humano y nadie tuvo un momento o tiempo mejor, el mejor momento con el vaivén de la vida, es simplemente éste, así que lo mejor que podemos hacer es vivir del mejor modo posible. ¡Y qué mejor que vivir agradecidos!

Este año mi mundo personal casi se derrumba. El tema que estuvo en boca de todos este año no me sacudió; pero cuando ví mi mundo personal empezar a quebrarse, entonces sí tuve miedo. Por un instante pensé en maldecir y enojarme con la vida, pero sólo me bastaron unos segundos para recapacitar y darme cuenta que esa no era la mejor actitud ante lo que estaba sucediendo. ¡Lloré. Lloré mucho! Pero allí también aprendí que una de las cosas más buenas de esta vida es tener la capacidad de poder enjugarse las lágrimas para poder continuar y avanzar.

Todo eso no hubiese sido posible sin Dios y sin haber puesto en práctica lo que significa la palabra: ¡Gracias!

¡GRACIAS!

Una simple palabra que tiene su magia si te atreves a hacerla parte de tu vida. Su magia por así decirlo fue mi mayor fortaleza en todos los meses que pasaron durante este año. Nada cambió, pero en mi interior algo nuevo se movió y me dió la energía para poder enfrentar lo que cada día tenía para ofrecerme.

La reflexión e invitación de este día es justamente eso: ¿Por qué no pruebas y agradeces todas las cosas buenas o malas que te sucedan? Si lo haces, espero que pronto puedas contarme tu experiencia. ¡Estoy segura que no te vas a arrepentir!