México Tierra de Contrastes,  Mi sentir

Sólo los amados, aman…


Se que esto a nadie le importa… pero igual lo voy a escribir porque éste es mi espacio, después de un día duro, escribir me libera y me siento más en paz. Hace unos días hubo una noticia que ocurrió en el vecino estado de Chiapas, Oaxaca: Un médico fue llevado a prisión porque a la hora de realizar una cirugía a su paciente, un niño de tres años, éste, murió. 

¿Fue mala praxis? ¿Fue negligencia médica? ¿Realmente fue una reacción adversa de la anestesia? ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién tiene la razón?

A veces quisiera pensar que todos los hechos ocurren simplemente así… como el fluir de los ríos, sin razón. Pero algo muy dentro de mí, me dice que no es así. Creo que no hay hechos aislados. Todo surge de causa a efecto. 

Uno de mis amigos me dijo que éste era un caso político. Otro no me respondió y me preguntó: ¿Qué hubieras hecho si fuera tu hijo? 
Tantas preguntas…
Ya que es mi espacio voy a decir lo que pienso (ahora, mientras puedo hacerlo). 
Es una situación difícil, muy difícil. No me puedo imaginar a los padres y tampoco me puedo imaginar al doctor y a los que están involucrados en este caso. ¿Qué falló? Creo que es un caso político, todo se ajustó de tal manera que “coincidió ” con el deseo del gobierno de privatizar ahora, la salud; o más bien dicho, el sistema de salud en nuestro país. Aunado a eso, todo “coincide” magistralmente con el cambio de poderes que está por llevarse a cabo en el sistema de gobierno que tenemos. 
De los tres sistemas más importantes que deben regir una nación y del cual ella puede vivir exitosa si todo marcha en armonía; uno está por venirse abajo (sistema educativo) y el otro empieza a naufragar (sistema de salud). Así que de nuestro sistema de justicia ya mejor ni hablamos. 
Es increíble como una pequeña hormiga puede derribar un gigante. Es increíble como pequeños cincelazos pudieron derribar el sistema de educación de nuestro país y es más increíble que todo comenzó con la llamada “reforma educativa”. Lo cierto es que hoy, son muchas las personas que no respetan a un maestro y que se atreven a decir que es mejor no estudiar, ni mandar a los hijos a la escuela, porque allí los maestros no enseñan nada. 
Ahora bien, me pregunto: ¿No es exactamente el mismo juego, ahora con el sistema de salud?
Como dije antes, no creo que esos hechos, sean aislados. Todo camina de forma conjunta para lograr un objetivo: Destruir el sistema de salud de los mexicanos. En breve se empezará a escuchar el “murmullo” de que un médico no sabe nada y sólo está para matar pacientes. 
Y si creen que eso es lo peor, creo que lo peor no es eso; lo peor, es que las personas encargadas de defender su profesión con vocación están (estamos) a años luz de revolucionar el medio en que nos movemos.
Tal y como se le llama la atención a una familia que está por recibir al noveno hijo, ¿No se le debería de llamar la atención al médico, a la enfermera que sufre de diabetes o de presión alta? Cómo dice el dicho: Médico, cúrate a ti mismo. 
Y creo está es la gran brecha que tenemos. El abismo que nos divide y que tarde que temprano nos separará si no hacemos algo. 
Pienso en los padres de ese niño y lloro. Pienso en el médico y las personas involucradas y sus familias y también lloro. No puedo decir exactamente que sucedió, porque no estuve allí, lo que sí puedo decir y hacer es un llamado. Un llamado a revolucionar nuestra práctica; ya sea docente, de los servicios de salud, del lugar donde nos encontremos, de nuestra propia vida. 
No podemos dar lo que no tenemos. No podemos guiar a otros, si no somos guías de nuestra propia vida. 
Es tiempo de mirar con otros ojos y aprender o reaprender lo que no sabemos o de lo que nos hemos olvidado. Es tiempo de pensar en el otro, como un ser humano, cómo alguien que es parte de nosotros, como un prójimo. 
No es tiempo de discutir, ni entrar en contiendas. Es tiempo de cambios. Momentos de parar y decidir ser una mejor persona. Y con mis palabras voy a citar las palabras de un escritor mexicano: 
Sólo los libres, libertan.
Sólo los amados, aman. 
Sólo los sanos, sanan.

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