16/365 – Un amor que no falla
Tu amor me sedujo y yo me dejé seducir. Más fuerte fuiste que yo y me venciste…
Jeremías 20:7
La primera vez que leí este texto me imaginé al profeta Jeremías hablando con Dios y explicándole a Él toda la situación que estaba atravesando… Son de esos momentos en la vida en los cuales parece no haber salida porque solo eres objeto de burla y escarnio por parte de todas las personas que te conocen.
Momentos en los cuales la muerte estaría muy bien si te llegara, momentos en los cuales tan solo quieres escapar y desaparecer… Creo que por eso me gusta la Biblia y por eso me encanta el Dios que inspiró un libro tal; porque nos muestra a cada uno de los personajes allí descritos con sus luchas, sus miedos, sus desafíos, sus encuentros y desencuentros; personas como tu y como yo, con sus momentos mas vulnerables; porque creo que es solo en esos momentos cuando podemos dejar a Dios actuar para que dirija nuestras vidas.
Vemos a un Jeremías que obedece pero a causa de su obediencia habla con total desaliento porque se cree solo y desamparado. Quizás no por obedecer, pero muchas veces me he sentido así… ¿Te has sentido así? ¿Estás sufriendo porque decidiste obedecer lo que Dios manda? ¿Has experimentado esa clase de desaliento que no te permite avanzar?
Para ese momento y otros muchos más es el texto de hoy. El contexto de este versículo nos dice que Jeremías llegó a ese punto de no retorno, pero con Jesús, porque la persuasión de Dios fue tal que no pudo resistirse. El amor que Dios le mostró fue de tal magnitud que no tuvo mas remedio que rendirse al Rey de este universo.
Esta noche me gustaría decirte que el amor de Dios es suficiente para cada situación de la vida que nos toque enfrentar. ¡Si has probado todo y todo ha fallado, si por causa de tu obediencia estás pasando un mal momento, no temas, continua; deja que el amor de Dios te seduzca, que te llene de tal manera que no necesites nada más! ¡Esa fue la experiencia del profeta Jeremías y puede ser también nuestra experiencia!
