Un día a la vez

19/365 – Un mismo sentir

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Filipenses 2:5-8.

Esta mañana he despertado con un audio que habla acerca de la salud mental.

Una de las claves para tener salud mental es tener el concepto adecuado de uno mismo y aprender a dejar todo lo que nos sucede en Aquél que sí puede llevar lo que nosotros no podemos.

A menudo en la vida nos encontramos con situaciones que nos hacen desesperar y ponen a prueba nuestra salud mental; desde que esa situación llega y nosotros decidimos introducir un pensamiento negativo en nuestra mente; justo en ese momento, si no paramos, la batalla está ya ganada en nuestra contra.

Cada pensamiento ya sea positivo o negativo tiene la capacidad de modificar todas las hormonas que nuestro organismo segrega para convertirlas finalmente en toxinas que al final terminarán dañando nuestra mente y nuestro cuerpo; de allí la importancia de estar alertas para no permitir que pensamientos negativos dañen nuestros sistemas vitales.

¿Cómo podemos ganar la batalla contra el yo?

¿Cómo podemos tener buena salud mental?

Sin duda alguna tenemos que dejar de mirarnos a nosotros mismos y centrar nuestra vista en Dios. Ante cada situación una pregunta que deberíamos hacernos sería: ¿Cómo actuaría Dios si estuviera en mi lugar?

¿Cómo actuó cuando a Él se le presentaron esas situaciones que harían desesperar a cualquier mortal?

El texto de esta mañana por eso me gusta tanto. Era Dios, es Dios, pero nunca se aferró a eso, a su posición. Dice que antes se rebajó a ser un siervo y se humilló haciéndose obediente hasta la muerte.

¡Si pensamos un poco más a fondo acerca de esto, el pensamiento en sí es sublime! Siendo Dios dejó todo por amor a tí y a mí.

Esta mañana quiero invitarte (quiero invitarme también a mí) a qué cada vez que un pensamiento negativo llegué a tu mente podamos tener la capacidad de echarlo fuera en el nombre de Jesús para tener vidas saludables. No ser más ni menos, sino ser lo que debemos ser. ¡Sigamos el ejemplo de Jesús, ser humildes y obedientes hasta el final!

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